PRÓLOGO DEL AUTOR
En el suplemento científico de uno de
nuestros periódicos más estimados (*) aparecia, hace ya algún tiempo, un
artículo sobre las sociedades de psicología, que podía ser considerado como un
llamamiento dirigido al círculo más extenso del público instruido. Estaba
destinado a abrir el camino en un dominio cuya explotación, según la opinión
del autor, no había sido hasta entonces perseguida por la actividad colectiva,
y a invitar a todos los investigadores a compartir el trabajo.
(*) Allgen Zeitung, 1889, suplemento del núm. 288.
Las tareas de esas sociedades de psicología
habían de consistir—así al menos se nos enseñaba—en el cultivo de las llamadas
"ciencias ocultas, esos hijos de otro lecho de la ciencia oficial".
Se habían de comprender en esta denominación todos los fenómenos que se salen
del curso ordinario de la vida psíquica, y en primer lugar el hipnotismo del
cual nació la "psicología experimental". Todo lo que, además, se
coloca en esta categoría, como la psicofísica, se decía, "sólo indirectamente iba
al fin". El hipnotismo ha sido el primero que ha dado la posibilidad de
"someter artificialmente un sujeto viviente a diferentes condiciones que
envuelven al ser entero" y tan sólo así permitía "la aplicación
directa de la experiencia a los hechos psíquicos".
Relegar el hipnotismo al gabinete de consulta
del médico, es por lo tanto desconocer totalmente su verdadera significación.
Debe introducirse en el gabinete de estudio del psicólogo y ante todo en
"el laboratorio de las sociedades de psicología". Se obtendría de
este modo una ventaja inmensa, pues no se necesitaría "más que una suma
relativamente mínima de conocimientos especiales", permitiendo
escapatorias al dominio más rico en conocimientos inesperados. Otras partes de
las ciencias ocultas como la transmisión del pensamiento, el odisino, el
mesmerismo, el mediumnismo, están todavía llenos de tinieblas y exigen, por
consiguiente, una comprobación escrupulosa, se prestan menos a un estudio
psicológico, por una parte, porque más pronto se relacionan con la física, y
por otra parle, porque es de desear que anticipadamente se haga la delimitación
del campo de acción, ya bastante vasto, de la nueva "psicología
experimental".
Pero otro corresponsal del mismo periódico,
el cual se explica en uno de los números siguientes, no está de acuerdo sobre
la delimitación recomendada por el autor del llamamiento. Según él, las líneas
de demarcación habían de ser arbitrarias. Desde el punto de vista
práctico, sería oportuno, sin
duda alguna, particularmente cuando se trata
del hipnotismo "hacer jugar todos los resortes". Su mismo desarrollo
histórico tocaba ya al conjunto de las otras ciencias ocultas, ante todo al
mesmerismo y al sonambulismo. Las sociedades de psicología experimental, no
debían, pues, borrar de su programa ninguna de estas investigaciones, sino
preocuparse, consagrando mayor atención, tanto de una como de la otra.
No es mi intención inmiscuirme en esta
querella doméstica. Pero tengo por cierto que este último argumento de la
réplica es importante. La "Society for psychical Research", de
Londres, la más antigua de estas sociedades, de la que el autor del primer artículo
mencionado más arriba, elogia igualmente "la influencia feliz" ha
dirigido la mayoría de sus esfuerzos hacia la telepatía, "la mágica acción
a distancia de un espíritu sobre otro". "L' American Society for
psiychical Research" se mueve en un campo muy parecido. En la
"Societé de psychologie phisiologique", de París, que data de 1885,
el hipnotismo desempeña el papel principal ; las experiencias y las discusiones
relativas a la clarividencia y a la transmisión del pensamiento ocupan también
un lugar bastante considerable; pero en todos los casos, lo que en Alemania
llamamos "psicología fisiológica", no ocupa, aparte de estos objetos
de estudio, más que un lugar muy humilde y muy accesorio. Se puede suponer, por
consiguiente, que forjándose la idea de una "psicología
experimental", el autor del llamamiento citado al principio tenía presente en la memoria á la
sociedad fundada bajo la dirección de Charcot (*). No parece que difieran mucho
de esta las "Sociedades de investigaciones psicológicas" que se han
fundado en estos últimos años en Alemania. La asociación berlinesa es una
sociedad de experiencias hipnóticas (**). En Munich se ha declarado una
escisión.
(*) Sé perfectamente que Charcot ha
permanecido extraño, desde hace años, a las deliberaciones de la "Societé
de Psychologie phisiologique"; estoy, pues, lejos de querer hacer, a este
distinguido maestro de la neuropatologia, responsable de la orientación actual
de esta sociedad.
(**) De diferentes partes me
han hecho observar que la "Sociedad de investigaciones psicológicas"
actual de Berlin se distingue de la "Sociedad de psicología
experimental", que le es anterior. Las publicaciones de ésta, se dice, son
exclusivamente del género hipnótico, mientras que no se puede decir lo mismo de
las de aquélla. Hasta hoy, que yo sepa, se han publicado dos libros de esta
nueva sociedad: uno trata una cuestión de hipnotismo; el otro se ocupa de
"problemas y de los métodos de la psicología" en general. En el
ultimo de estos libros se lee: "Pueda la nueva sociedad de jóvenes
investigadores, cuyos escritos estarán consagrados a estas consideraciones,
colaborar, en días próximos, al alejamiento de esos prejuicios" (los
prejuicios contra el hipnotismo). Dándose cuenta exacta de la situación actual
de las cosas, ha delimitado su campo de acción psicológica de modo que quede
englobada muy particularmente la sugestión psicológica experimental que en
ninguna parte, por lo demás, tiene inclusión. (Münsterberg, Ueber Aufgaben und
Methoden der Psychologie, en los Schrifteu der Ges, f. psychol. Forsch., I,
página 249). Me creí, pues, con tanto mayor derecho a considerar a la nueva
sociedad como continuadora de la antigua, cuando los portavoces de esta última,
de la que he señalado el programa a la cabeza de este trabajo, son también, si
no estoy equivocado, del número de los fundadores de la nueva sociedad. Sin
embargo, celebraría infinito saber que esta "nueva sociedad de jóvenes
investigadores" ha puesto un freno a las esperanzas que había fundado
sobre los resultados inesperados de la psicología hipnótica.
Una de las sociedades va de acuerdo con la de
Berlín, la otra se consagra al culto del sonambulismo en sus diferentes formas,
y del espiritismo; el mismo hipnotismo no es para ella más que una especie de
antecámara que conduce á esos "misterios más elevados". A pesar de
esta escisión, las relaciones de estos diferentes grupos, lo mismo en Alemania
que en Inglaterra, en Francia y en América, son menos relaciones de hermanos
enemigos que relaciones entre matices de un sólo y mismo gran partido, en el
cual, si tomamos como término de comparación su oposición con los datos
científicos corrientes, el espiritismo formaría, por ejemplo, la extrema
izquierda, y el hipnotismo propiamente dicho, el centro de la izquierda. Sin
embargo, lo mismo que los espiritistas consideran al hipnotismo como
representando una parte importante de los conocimientos mágicos, de igual modo
sólo un corto número de hipnotistas rechaza sin reserva el espiritismo bajo
todas sus formas. Muchos de entre ellos no conceden gran importancia, sin duda,
a la aparición de los espíritus, que sienten inclinación a reputar como una
superchería; pero no por eso dejan de decir que la telepatía y la clarividencia
(*) son fenómenos raros, sin que por eso sean inverisímiles, o por lo menos dudosos y como tales
exigen una comprobación escrupulosa.
(*) Véase: Telepatía
y clarividencia, de R. M. Watson, publicado en esta colección.
Si hombres como Fore y Moll, a los cuales no
se podría negar el espíritu critico en la ejecución de sus experiencias
hipnóticas, pretenden que se pueden explicar los fenómenos del hipnotismo por
las leyes comunes de la psicologia, considerando
siempre como discutible la cuestión de la
realidad de la clarividencia, de la telepatía y de otras manifestaciones
naturales; si otros médicos que aplican el hipnotismo, como Wetterstrand,
piensan que al lado de los efectos conocidos de la sugestión existe todavía una
"relación" misteriosa que ayuda a provocar el sueño hipnótico; si en
fin el presidente de la más moderada de las sociedades de Munich de
"psicología experimental" traduce para el público aleman una obra
francesa, sobre "la transmisión del pensamiento y la clarividencia",
declarando en el prefacio que la acción, psíquica a distancia es. todavía una
cuestión nebulosa, y añadiendo, al mismo tiempo, un gran número de argumentos
que permiten suponer que no está lejos él mismo de considerar esta acción a
distancia, como un hecho poco menos que demostrado; si todo esto hay, estamos
en nuestro derecho al decir que el hipnotismo y el ocultismo, con raras
excepciones, están estrechamente ligados en Alemania como fuera de ella, que
esta unión no puede considerarse de ningun modo como accidental, que descansa,
por el contrario, en alguna afinidad interna, cuya naturaleza no nos detendrá
por ahora. Pero no son simplemente las declaraciones de los
que han escogido
el hipnotismo como terrreno especial de
investigaciones las que
atestiguan esta union; la
literatura más general de la psicología y de la filosofía tampoco parece substraerse a esa corriente de la época.
A la cabeza de
la "Society for psychical
Research", inglesa y americana, hay filósofos estimables. El
director de la sociedad inglesa fué designado como tal para ocupar la
presidencia en el Congreso internacional
de psicólogos
convocado en Londres para el año 1892. No era, pues,
absolutamente inverisímil
que en esta asamblea,
ja clarividencia,
sino directamente, al menos con la máscara inocente de una estadística de las
alucinaciones, no constituyese el objeto principal en el orden del día, como el
hipnotismo lo constituyó en el primer Congreso reunido en París por las fiestas del centenario de la
Revolución. La mayor de las
revistas de filosofía la "Revue philosophique", cuya dirección es
excelente, acoge con mucho gusto en sus columnas las comunicaciones que tienen
por objeto las experiencias hipnóticas, la telepatía, el magnetismo animal y
todo lo que se relaciona. Y se trata allí de esas cosas, no como
si fueran simples curiosidades
y dando a la crítica un
carácer excéptico. Con más
frecuencia, por el contrario, son autores convencidos, de la realidad de los
resultados mágicos los que se ocupan de
esas cuestiones, considerándolos por lo menos como dignos de ser discutidos y
comprobados a fondo. Los
periódicos filosóficos de Alemania parecen, a su vez, no querer substraerse al
ejemplo que les dan órganos extranjeros tan
notables, y poco a poco van admitiendo el espiritismo al lado del hipnotismo.
Lejos de mi pensamiento el hacer un reproche
a los editores de esas publicaciones periódicas. ¿No es la literatura el espejo
de una época? Si órganos como los que tengo al alcance de la mano ofrecen sus
columnas, no ya al relato de manifestaciones hipnóticas, sino al espiritismo
que definitivamente se le ha afiliado, se puede considerar como demostrado que
no es posible actualmente pasar en silencio esos hechos, que es hasta
indispensable a cualquiera que de un modo u otro se ocupe de psicología, tomar
posiciones frente a ellos.
Reconozco que por mi parte considero esta
necesidad como un deber que no tiene nada de divertido. A un hombre que desde
el principio se ha ocupado de trabajos de experimentación, no le es grato tener
que formar un juicio sobre un asunto de investigación experimental que no ha
sometido personalmente a la experiencia. Y precisamente los hipnotizadores y,
más todavía, los espiritistas tienen la tendencia a negar a loa no iniciados la
discusión de esas cuestiones, bajo pretexto de que antes de poder tomar parte
en debates de este género, es preciso haberse ocupado mucho y continuamente de
ellas. Muy recientemente todavía, el autor de uña "psicología de la
sugestión", anunciaba que él mismo no poseía, en el dominio del
"ocultismo" una experiencia suficiente; pero que había observado que
siempre y en todas partes aquellos que la poseian, creían. El autor deducía de ello que
las ciencias ocultas se basaban en la verdad. Por lo que me concierne, estoy
pronto a cambiar las premisas; el que cree en la magia, la experimenta; el que
no cree, naturalmente, no la experimenta. Pero como el hombre, es cosa sabida,
tiene una gran tendencia a encontrar comprobado aquello que cree, y como,
además, emplea en ese caso toda la sagacidad de su espíritu para engañarse a sí
mismo, el buen éxito de semejantes experiencias me prueba simplemente que los
que las hacen, creen. La cuestión de saber si son verdaderas objetivamente, no
podrá ser resuelta más que en el caso en que un número suficiente de
observadores fidedignos se asegurasen de su autenticidad por la aplicación de
todas las reglas metódicas exigibles, y dos dificultades apenas reductibles
obstruyen el camino para la producción de
semejante demostración.
Primeramente los ocultistas creyentes no
tendrían ninguna confianza en la contraprueba de personas incompetentes, dado
que, según su afirmación, las manifestaciones de que se trata no se distinguen
sólo de los fenómenos naturales ordinarios por su rareza y su irregularidad,
sino sobre todo por el hecho de que se está obligado a creer en ellos cuando se
presentan. Después, los hombres de ciencia, físicos, fisiólogos, psicólogos,
que no son ocultistas creyentes, aunque se hallasen inclinados a no tomar en
consideración el lado desfavorable de las condiciones exigidas, tendrían aún
razones plausibles para no aventurarse en ese terreno. Estas razones
se encuentran, a lo que me parece, en los
resultados de la "investigación ocultista".
Para formarse una idea del carácter general
de esta investigación, suplico al lector que conozca una de las investigaciones
mas escrupulosas que se han hecho en este sentido; se debe, además, a un sabio
que goza de justo renombre por sólidos trabajos en fisiología; se trata de los "Estudios experimentales hechos en el
dominio de la transmisión del pensamiento y de la llamada clarividencia",
de Carlos Richet. Consiento en admitir que todas las experiencias relatadas en
ese libro hayan tenido buen éxito, en el sentido de que nos obligaran, en los
casos donde el mismo autor considera las cosas como verisímiles, a admitir una
acción mágica a distancia, y yo pregunto: ¿ qué resultado habíamos de deducir
de esta investigación? Llegaríamos manifiestamente a admitir que el mundo que
nos rodea está compuesto de hecho de dos mundos bien diferentes. Uno sería el
de Copérnico, Galileo, Newton, Leibnitz y Kant, un universo regido por leyes
inmutables y eternas, en el que la parte menor y la parte mayor se adaptan
harmónicamente a un todo. Al lado de este gran inundo que a cada paso que
adelantamos provoca nuestra admiración y nuestra sorpresa, existiría otro mundo
más pequeño, un mundo de duendes y de espíritus golpeadores, de brujas y de
médiums, y, en ese mundo, todos los objetos del primero, del mayor, irían de
cabeza, todas las leyes, tenidas por inmutables, serían en un momento dado
abolidas, en beneficio de personas
de las más
vulgares y con frecuencia histéricas. La
gravitación, los efectos de óptica, las leyes de nuestra organización
psicofisica ceden, desde el momento en que Madame Leonia, del Havre, se echa a
dormir el sueño magnético, no para predecir algún cataclismo, sino para
presentir si ha ocurrido o no en Paris algún accidente sin importancia a alguno
de los pequeños .Richet, presentimiento que puede tener lugar a veces en condiciones
normales y a la distancia en que se produce el primero. Pero admitamos que el
hecho sea exacto, a pesar de todos esos absurdos y muchos otros: ¿se puede
admitir igualmente que un naturalista o un psicólogo que no esté prevenido, y
al que se le permita la elección, no dé la preferencia a ese mundo más grande y
más noble, al mundo de las leyes eternas que se desenvuelven en un orden
inteligible, sobre ese mundo pequeño desrazonable de médiums histéricas? ¿Y
puede causar sorpresa el no encontrar en los cálculos de probabilidad de M.
Carlos Richet más que una prueba de la perturbación que la práctica de
"los problemas del ocultismo" puede producir hasta en el juicio de un
hombre, por lo demás, lleno de sagacidad?
Seguramente, el hipnotismo es cosa muy
diferente. Aquí se trata de un conjunto de manifestaciones, cuya significación,
sin duda, es poco cierta todavía; pero cuya realidad, si se hace abstracción de
algunos detalles, no puede ya en adelante ponerse en tela de juicio, como la
existencia del sueño o de la noctambulación.
Si, sin embargo, he separado el hipnotismo
del círculo de mis propias investigaciones y de los trabajos de mi laboratorio,
es que para ello tenia dos razones. La primera es que, en oposición a lo que
piensa el autor del llamamiento mencionado ya, el hipnotismo no depende del
gabinete del trabajo del psicólogo, sino de la alcoba de los enfermos, y que la
provocación al sueño hipnótico, particularmente la provocación repetida que
exige con frecuencia la producción de manifestaciones más intensas, no tiene su
razón de ser más que allí donde la medicina la ordene. La segunda es que no
puedo reconocer al hipnotismo la significación fundamental que le conceden,
desde el punto de vista de la psicología experimental, las escuelas de hipnotismo,
especialmente la que aquí da el tono, la "Sociedad de psicología
fisiológica" de París. El sueño hipnótico es un estado anormal como otros.
El hipnotismo no podría tener la pretensión de constituir el verdadero fondo de
la psicología como no lo forman el sueño, la manía o el idiotismo provocado por
la parálisis.
Desconociendo desde un principio la esencia
de los métodos experimentales y su significación en psicología, es como los
campeones del hipnotismo dan la estampilla del "método psicológico experimental",
a los medios que sirven para provocar el sueño y a otras experiencias
practicadas en las personas hipnotizadas.
La mayor parte de estas prácticas, si se las
mide en la escala de las ciencias exactas, no merecen en
general el nombre de experiencias. Además,
cuanto más se aproxima a un procedimiento experimental, la experiencia
hipnótica está desligada de las propiedades y de las cualidades que forman la
esencia de las investigaciones psicológicas ejecutadas en el estado de
conciencia normal. Pero hasta más adelante no podré ofrecer la prueba, es
decir, en las observaciones que se refieren al examen preliminar de los
resultados obtenidos en esta vía. Mas necesito, en cambio, llamar la atención
desde ahora contra la aserción que quiere que únicamente el que procede a las
hipnotizaciones, por decirlo así, por vocación, pueda formular un juicio sobre
la psicología de los estados hipnóticos.
Cierto es que en todo, sólo el hombre
competente debe pronunciar un juicio; más en presencia de la división de los trabajos
científicos, en nuestros días no es posible al psicólogo, como tampoco al
físico o al químico, comprobar todas las manifestaciones sobre las cuales ha de
formar juicio. No puede evitar el tenerse que referir, no tan sólo a propósito
de tal o cual fenómeno, sino también a propósito de un sistema entero, a las
declaraciones de otros observadores, contentándose con someter esas
declaraciones a las reglas metódicas que le sirven en la aplicación de sus
propias observaciones. Y cuando habrá hecho esto, se encontrará en condiciones
de formar sobre esas observaciones ajenas un juicio tan justificado como el que
forme de las suyas, al menos en lo que se refiere a su condición y a sus
causas.
Así es como hoy nos pronunciamos sobre un
gran número de manifestaciones cuidadosamente descritas y tomadas al dominio de
los estados hipnóticos. Cualquiera puede, partiendo de la literatura por
decirlo así excesivamente rica del asunto en cuestión, formarse una idea de los
fenómenos y distinguir lo dudoso de lo que esta suficientemente garantido. Pero
quizás sea más de la incumbencia del psicólogo comparar estas manifestaciones a
otros hechos conocidos de la vida psíquica, que al hipnotizador por vocación,
el cual no está familiarizado con estos hechos.
Si nuestro conocimiento actual del hipnotismo
presenta todavía lagunas, se refieren éstas menos a los fenómenos fundamentales
que a su explicación psicológica y fisiológica. Sobre este punto trato (le
fijar muy particularmente la atención, puesto que de él depende primeramente la
apreciación sobre la significación del hipnotismo; mientras que me creo
autorizado a aligerar la descripción sintomática general. No tendré cuenta
alguna en lo que seguirá, de cuanto ha sido formulado, ya sea por la escuela
parisiense de Charcot, ya sea por otras, con el título de magneto o
metaloterapia, de transmisión, de acción a distancia de los remedios en las
sonámbulas, los mediums, etc. La mayor parte de estas cosas entran visiblemente
en el dominio de las ciencias ocultas que quisiera excluir de este trabajo. La
crítica de muchos de los llamados fenómenos, nos conducirían, además, a
problemas de física y de fisiología, cuya discusión no constituye en manera
alguna el objeto de este estudio. Como, de
todos modos, la sugestión desempeña un papel importante en un gran número de
las manifestaciones en cuestión, éstas no tienen nada en definitiva que se
aparte de los otros efectos conocidos de la sugestión.
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